Intento hacerlo todo bien, organizarme y poder llevarlo todo a la perfección.
El trabajo, mis clases de teatro, la autoescuela, mi vida social y de ocio, la casa limpia, dejar la adicción al móvil, hacer ejercicio y mi voluntariado en la protectora de animales, entre otras cosas.
Cada vez me autoexigo más, es cierto que es mejor eso que ser perezosa y no hacer nunca nada.
Pero es que cuando no hago nada, me siento mal por no estar haciendo nada... Y al final cojo el móvil, muchas veces por hacer "algo" como por ejemplo cotillear vidas ajenas, no me escondo. Pero reconozco que tanto cotilleo es innecesario.
Llevaba una buena racha, he estado cada día más trabajadora, centrada en el carnet de conducir como nunca lo había estado, ayudando mucho y dando lo posible de mi y más en la protectora de animales.
Sin embargo, tras el momento de agobio, y no darme tiempo de todo, discutí mucho con una amiga, y nos dijimos de todo, ella es una persona que sabe perdonar, ya que enseguida lo arreglamos. Pero me cuesta dejar de pensar en que no he sido buena con ella en ese momento. Tenía motivos para estar enfadada con ella, pero saqué lo peor de mi.
Ahora he aprendido que por muy molesta que esté con una persona, evitar discutir por audios de whatshaap, donde es más fácil que la impulsividad gane la batalla. También medir las palabras y recordar los buenos momentos con la persona que discutas y valorar esos buenos momentos, no solo lo malo.
Por último decir que por muy buena persona que quieras ser y muy perfeccionista, siempre se puede escapar alguna cosa de nuestras manos. Escribo esto porque al igual que ella me ha perdonado, también me lo debo perdonar a mi. Y eso si, aprender, porque la amistad y la vida es para aprender.
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